lunes, 21 de mayo de 2012

¿Se puede educar desde la inmovilidad?: ¡ayudemos a los niños a crecer en movimiento!


En la escuela nos ceban con el  “pienso” de lo mental ( desarrollo lógico-matemático, lingüístico, conceptual ),

 y en las casas nos rematan con lo visual    ( pantallas en todas las habitaciones ),sin embargo la dimensión manual brilla por su ausencia,
 y en un lugar como la granja escuela esto se pone de manifiesto en cuanto los chavales intentan relacionarse con una herramienta o intervienen en cualquier actividad que requiera de su destreza y/o habilidad físico-mental.
 La escuela está llena de sillas que es una manera muy eficaz de tenernos amordazados dentro del aula. ¿Por qué nos sentamos cuando entramos en el aula?, pues está bastante claro, nos sentamos porque hay sillas, que por cierto ocupan casi todo el espacio que hay en la sala, a excepción de los estrechos pasillos que hay entre las sillas y la zona del religioso encerado donde las ya obsoletas tizas intentaron sacudir nuestra joven memoria a golpe de humaredas polvorientas de dibujos y palabras. Las  mesas son los muebles que mas espacio ocupan dentro del aula. A medida que nos fuimos dando cuenta de que podíamos ahorrar espacio con las sillas con brazo de pupitre fueron aumentando el número de alumnos por aula. ¿Qué serían las escuelas sin pupitres? , y ¿qué serían las aulas sin sillas?. ESPACIOS VACIOS , espacios vacíos con niños de pie en movimiento, y esta situación podría generar varios riesgos , situaciones verdaderamente peligrosas , ¿por qué los niños de pie en movimiento son un peligro?. Yo diría que si un niño tiene ganas de morder a un profesor le resultará mas fácil si está en movimiento, al menos se puede reconocer que los niños sentados son menos peligrosos que en movimiento. Pero ¿de qué sirve estar sentado si uno no está cansado?, pues muy fácil, sirve para escuchar, y entonces la primera conclusión a la que llegamos – en relación con el primer párrafo del texto-  es que los niños en las escuelas son escuchantes , seres pasivos mas parecidos a las estatuas por estar estáticos, y los maestros serían los altavoces de los libros de manera que la acción educativa se reduce a una conferencia tras otra, día tras día. El sentido de estas palabras no es ni mucho menos echar por tierra el valor didáctico y humano de las conferencias sino el de señalar la total ausencia de actividades manuales dentro del aula (exceptuando sacar punta a un lapicero, borrar con la goma , y alguna que otra necesidad básica del escolar de primaria como dibujar con el compás o tirar una línea con una regla) . Usar herramientas con las manos nos obliga a estar alertas por el peligro que conlleva su manipulación, despierta la atención a niveles diferentes que la atención que alcanzamos con el ejercicio de la pura abstracción. Estar en situaciones de riesgo exige de nuestras personas un esfuerzo relacionado con el control, la coordinación, la confianza, la improvisación, y desarrolla habilidades como la astucia y la pericia. Nos convierte en responsables de situaciones concretas donde cada paso que demos es fruto de nuestras decisiones, y  esto requiere estar valorando sobre la marcha cada instante como algo único y decisivo. El cuerpo humano está diseñado para la locomoción, los pies para caminar, las manos para manipular. Los niños están en plena fase de desarrollo, necesitan moverse, revolcarse, subirse a los árboles, desafiar la “gravedad”, jugar, correr, esconderse, encontrase, desaparecer, intentar tocar las nubes con la punta de los dedos, y en las escuelas básicamente están sentados todo el tiempo. Si no caminamos, si no nos movemos, si no utilizamos las manos para desarrollar actividades manuales, el cuerpo se debilita y en un cuerpo débil solo caben pensamientos débiles, y así, nos volvemos inútiles para la vida, torpes y enfermos. De las carencias emocionales con las que llegan los niños a las escuelas hablaremos otro día.